domingo, 10 de mayo de 2009

Madres peruanas son ejemplo de entrega y amor los 365 días del año


El Perú celebra hoy el Día de la Madre, fecha para rendir homenaje al ser más querido y digno de veneración; el mejor ejemplo de entrega sin pedir nada a cambio, y de amor desbordante y único los 365 día del año.

Osmara no sabe entre cuántos hijos se dividirá hoy, y menos mañana. De lo que sí está segura es de que deberá velar por más de dos, que son sus descendientes biológicos. Aunque con su esposo comparte por igual las labores del hogar, pues ambos tienen la misma profesión, ella trata de que el desayuno sea el momento de mayor satisfacción, porque sabe que por las noches es probable que sus engreídos estén dormidos.



Para esta mujer policía, como para muchas madres peruanas que trabajan fuera de casa, el mejor aliado para mantener la comunicación con los hijos es la telefonía fija o móvil. Veamos cómo ellas se dividen, como esposas, trabajadoras, mujeres de aspiraciones y, sobre todo, ¡madres!


El jueves, cuando entrevistamos a la capitana PNP Osmara Rujel Zapata, jefa del Centro Preventivo de Menores de Salamanca, tenía que sumar a un total de 30 hijos, cuyas edades oscilan entre 20 días y 17 años. Allí, de los 40 policías, 35 son mujeres; la mayoría madres.


“De todos hay una labor de desprendimiento muy especial porque se trata de niños y niñas que llegan faltos de cariño”, sostiene. Mientras el flash de la cámara plasma un momento tierno con las más pequeñitas, “Jairo”, de tres años, se pone celoso y decide --cual soldado-- no despegarse de la guapa capitana. “Son nuestros hijos” (sonríe).


En ese centro todas hacen de todo. Las que tienen hijos grandes vuelven a recordar cuando cambiaban pañales o daban el biberón; los que crían a hijos pequeños juegan o les hablan con tanto cariño como lo harían con sus hijos. Un partido de vóley alienta a las más grandecitas.


Para la capitana, el día empieza a oscuras, porque debe dejar la comida hecha. Su esposo trabaja 24x24, un horario que le permite contar con días íntegros para sus hijos. Además, una vecina le ayuda en todo lo que está a su alcance cuando él no puede ver a sus pequeños Joaquín y Santiago.


Hoy es probable que primero reciba el abrazo de los niños del centro de menores. “Pero es seguro que todas nos daremos tiempo para abrazar a todos nuestros hijos, sin excepción”, dice.


En esa tarea la acompañan Lucila Zárate Silva (asistenta social), Eliana Chung (enfermera) y la suboficial Magali Ortega Quispe, entre otras madres trabajadoras admirables.



Reto


La mayor PNP Carmen Elena Muñoz Vásquez es otro ejemplo de entrega. Hace unos días, asumió la Comisaría de Salamanca, que por más de 50 años estuvo dirigida por varones. Antes, fue jefa de personal de la Dirección de Carreteras y jefa de la Comisaría de Mujeres de Lima.
“Para mí, tener un esposo civil es una ventaja, porque él es el que llega temprano a casa y puede ver más a Carlos y Valeria, mis hijos”, refiere. “Ellos saben que los quiero mucho, se los digo personal y telefónicamente”, afirma. En su oficina, una foto de los dos hace que broten unas lágrimas.


Cuenta que un familiar muy querido ve por sus hijos cuando no puede estar con ellos y que un presupuesto de su sueldo se va en telefonía para hablar con sus retoños a cualquier momento. Es difícil separar a la comisaria de la madre.


“Aquí en la comisaría el 70% hace patrullaje integrado local con el serenazgo, tenemos 89 juntas vecinales”, explica. Hoy lo más probable es que su esposo la sorprenda con sus hijos y puedan almorzar juntos.


Para no ponerse sentimental, prefiere hablar del reto que ahora se le presenta y manifiesta su agradecimiento a la ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, y al alto mando de la Policía, que depositaron su confianza en ella. “No los voy a defraudar”, enfatiza.



Exportadora


Isabel Montero Morales asegura que la satisfacción de ser mamá se traduce en saber que sus tres hijos --la menor de 36 años-- están muy bien casados. Hoy se reúne con sus hijos, su nuera y yernos, así como con sus siete nietos que acostumbran darle versos. “Ellos siempre me regalan algo hecho con sus manos, como un dibujo sobre una piedra... son lindos”, refiere.


Confiesa que no es de las mamás que entran en la cocina. Cuenta que su esposo (finado hace nueve años), con mucha visión, le decía que allí se desperdiciaba. Y tenía mucha razón, porque juntos levantaron una empresa exportadora de madera y llegaron a ingresar a mercados tan exquisitos como Francia.


“Tenemos que ser muy creativos, estar muy informados y no ser conformistas; la crisis internacional no va con nosotros, hay una importante señal de consumo y el sector Vivienda ha cumplido un papel muy importante en el país”, comenta.


“Cuando mis hijos estaban chicos tuvimos que comprar una casa en La Molina para que estuvieran cerca del colegio, porque llegaban dormidos en la movilidad que los traía hasta Lima.”



“Aquí hacían sus tareas de colegio y se encargaban de hacer algo; desde muy pequeños aprendieron a tener una libreta que registraba el ingreso, gasto y saldo.”


Aunque nunca pasó necesidades, afirma que las comodidades no la libraron de la preocupación cuando los hijos están lejos de casa. “Dos veces a la semana viajo a Pucallpa y cuando vivía mi esposo nos turnábamos, pero los fines de semana siempre estábamos juntos aquí en Lima o en Pucallpa.”


Ella se anima a darnos un consejito: “Hagan participar a sus hijos en la labor que desempeñan; ser madre no solo es trabajo doméstico porque ella también tiene mucho porvenir”. Agrega que agradece a sus padres, que desde pequeña la obligaron a leer los periódicos y “esa costumbre me ayudó mucho en la vida”.


“No espero regalos”


Para Felícita Chinchay Quispe, el Día de la Madre es una tarde de unión familiar. Por las mañanas debe trabajar sin cesar para ganarse el pan de cada día y ayudar a los suyos.


“No espero regalos, porque sé que mis hijos tienen gastos en los suyos; los seis vienen con sus parejas y mis diez nietos y hacemos una mesa larga muy bonita; no vivimos en bonanzas, pero tampoco hemos pasado hambre”, cuenta.


Ella trabaja como zapatera en el Mercado Cooperativo Las Mercedarias de Barrios Altos. Allí laboró, incluso de soltera, cuando las mujeres no incursionaban en tareas de varones.


Con su esposo lograron un puesto en ese antiquísimo centro de abastos donde trabaja con Antonia, una de sus hijas. “Soy zapatera 40 años y este mercado tiene más de 50 años”, comenta.


Madres emprendedoras


Inés Pardo, Eva Espinoza, Teresa Ramírez y Ofelia Romero son algunas de las madres emprendedoras que destacaron en la Segunda Expoferia Mypes Emprendedoras, que organizó la Cámara de Comercio de Lima con el fin de promover el desarrollo de micro y pequeños empresarios, un rubro que tiene cada vez más presencia femenina.


“En días previos a fiestas como el Día de la Madre hay que aprovechar porque aumenta la demanda. Hoy celebraré la fecha con mi hija y mi madre, Lolita Acosta, que tiene 93 años”, dice Ofelia. Ella labora por años en el campo de la platería y declara a los cuatro vientos que seguro comerán chicharrones.


Inés, ingeniera química y asesora de varias empresas, posee su propio negocio de atractivos vasos de cristal elaborados con las latas de gaseosa o cerveza, con lo que demuestra que reciclar es cuidar el medio ambiente. Tiene dos hijos.


Cifras


1 De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), más de la tercera parte de las madres integra el mercado laboral (36.5%).


2 En cifras absolutas, representa dos millones 487 mil 225.


3 La mayor participación de ellas se registra en el área urbana (40%). En el área rural la cifra alcanza el 24.1%.


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